Al que madruga... Dios lo ayuda

Por: Barbara Gallego

Caminar por las veredas de Buenos Aires a las siete de la mañana es toda una travesía: hay que esquivar las mangueras para no tropezarse, saltar charcos de agua, bajar a la calle para que no te mojen o te barran los pies. La vida de los 75.000 porteros (perdón, encargados de edificio) de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires es privilegiada. Además de cobrar un sueldo promedio de mil pesos, reciben una recompensa: no pagan alquiler, luz, gas, teléfono y tienen gratis la televisión por cable.

Son el Gran Hermano de cada edificio. Controlan llegadas y salidas de los habitantes de cada departamento, intentan pasar desapercibidos, pero siempre están en el lugar menos oportuno. Se reúnen con los encargados vecinos y se cuentan los amoríos del edificio, las peleas entre vecinos, llegadas a la madrugada, cuentas de servicios impagas y vaya saber uno cuántas otras cosas más…Son una especie de Jorge Rial y Viviana Canosa.

Ser encargado de edificio es un trabajo que muchos desearían…Su labor empieza a las siete de la mañana (quizá antes), barren un poco el piso, después abundante agua y la vereda perfecta. Si tienen un poco de tiempo pueden repasar los vidrios del palier, o sino, ir piso por piso manejando ese aparato silencioso llamado lustradora, hasta que se haga la hora del almuerzo. Un poco de tele, siesta y a las cinco de la tarde hay que volver a custodiar quién entra, quién sale y comentarlo con los amigos porteros. El karma de cualquier encargado es tener que cambiar un cuerito de alguna canilla, acompañar al fumigador una vez al mes, o un pedido improvisto de algún vecino “molesto” que requiera de su trabajo.

Hoy la prioridad de los encargados es pensar en desparramar CV en edificios nuevos. Es que aparte de la extensa lista de beneficios que ya tienen, ahora se les sumó otra más: Según una ley aprobada por la Legislatura porteña, aquellos que trabajen en un inmueble a estrenar, el departamento que sea destinado para ellos, deberán tener como mínimo una sala en común, dos dormitorios, baño, cocina y una superficie mínima de 40 metros cuadrados. Hasta ahora, la norma fijaba un mínimo de 30 metros y un dormitorio.

Los encargados de edificio están con suerte, además de lograr el aumento salarial del 18, 5 por ciento el año pasado, ahora obtuvieron un departamento con más comodidades. Y está perfecto.
Se lo ganaron en buena ley, porque al que madruga, Dios lo ayuda.

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